Soy el hdp más vago que existe

Y eso me convierte en ultra productivo

“Para hacer un trabajo difícil elijo a un perezoso, porque una persona perezosa encontrará una manera fácil de hacerlo.”

- Bill Gates

Parece imposible que alguien como Bill Gates pueda opinar así ¿verdad?

Como si estuviera justificando la vagancia.

Uno de los hombres más ricos del mundo diciendo que prefiere a alguien perezoso para resolver un trabajo complicado.

No al más disciplinado, ni al más ambicioso, ni al más madrugador que mete la cara en agua con hielo a las 5 de la mañana.

Al perezoso.

La razón es simple (y brillante):

Porque esa persona (el perezoso), por pura necesidad de no matarse a trabajar, buscará la forma más eficiente de hacerlo.

Menos pasos, menos drama, menos esfuerzo inútil.

Y esto, lejos de glorificar la pereza, es una clase magistral sobre eficiencia, foco e inteligencia práctica.

El culto al esfuerzo

Vivimos en una cultura que romantiza el sudor.

Si no te cuesta, parece que no vale. Si no terminas exhausto, no has sido productivo. Si no estás “a full” todo el día, no estás dando el 100%.

Pero déjame hacerte unas preguntas:

¿Y si tu forma de esforzarte está llena de pasos innecesarios?

¿Y si estás gastando energía en tareas que no deberías ni estar haciendo?

¿Y si confundes movimiento con progreso?

Aquí es donde el “perezoso altamente productivo” entra en escena y dice: “¿De verdad hace falta todo esto?”

En muchas ocasiones la respuesta es: “No, no hace falta”.
Pero nadie se detuvo a pensarlo.

La pereza inteligente existe

No estoy hablando de la pereza crónica, la que paraliza y sabotea. Ni tampoco me refiero a la procrastinación. Estoy hablando de la pereza estratégica.

La que te hace preguntarte:

  • ¿Hay una forma más rápida de hace esto?

  • ¿Esto se puede automatizar?

  • ¿Y si no hiciera esto (porque lo considero innecesario), pasaría algo?

No seas el tipo de perezoso que es Homer

No siempre se trata de hacer más. Se trata de hacer menos, pero mejor.

El objetivo no es trabajar duro, sino trabajar de forma inteligente.

Detectando procesos inútiles y delegando los máximos pasos posibles de la tarea (automatizando procesos).

Los vagos eficientes tienen una virtud maravillosa: odian perder tiempo.

Porque lo que ellos quieren, es, finalizar la tarea de la manera más rápida y eficiente posible para dedicarse a sus cosas.

Aquí vuelvo a recalcar que me no me refiero a perezosos crónicos que nunca hacen nada.

Hablo de gente profesional y comprometida, que saca adelante lo que se propone, sea lo que sea.

Pero de la forma más sencilla y efectiva. Así que optimizan, acortan y simplifican.

Y así, transformando en virtud lo que a primera vista podría parecer un defecto, se vuelven maestros del foco, cinturones negros de la productividad, medallistas de oro de la eficiencia.

¿Tú trabajas mucho… o trabajas bien?

Este es un punto clave en cualquier camino de mejora personal.

No deberías aspirar a estar ocupado todo el día. Deberías aspirar a crear resultados sin quemarte por el camino.

Y eso implica dejar de glorificar el “hacer por hacer”.

Estar ocupado no tiene nada de bueno si no eres eficiente.

Yo tengo muchos compañeros de trabajo que se quedan en la oficina hasta las 9 o las 10 de la noche y se piensan que son unos empleados modelos… y nada más lejos de la realidad.

Si no eres capaz de realizar tu trabajo en el horario establecido, algo estás haciendo mal…pero que muy mal.

Algunas señales de que estás atrapado en el ciclo del esfuerzo inútil:

  • Tienes la agenda llena pero no avanzas en lo que de verdad importa.

  • Te cuesta delegar porque “nadie lo hace como tú”.

  • Confundes urgencia con importancia.

  • Sientes que si no estás al borde del colapso, no estás trabajando en serio.

¿Resultado?
Cansancio constante.
Progreso a cuentagotas.
Y una sensación de estar perdiéndote la vida mientras “cumples”.

Cómo activar tu pereza productiva

Aquí tienes una pequeña guía práctica para convertirte en un vago extremadamente productivo:

1. Cuestiónate el proceso antes de actuar
Pregúntate: “¿Esto es realmente necesario?”
No hagas tareas por costumbre. Hazlas porque tienen un impacto claro o son necesarias e insustituibles.

2. Elimina pasos inútiles
Simplifica los procesos.
Un vago eficaz es capaz de resumir una reunión de 60 minutos en un email de 4 líneas con los puntos clave.

3. Automatiza lo repetitivo
Todo lo que hagas más de 3 veces, busca cómo automatizarlo.
Para ello usa herramientas, plantillas, recordatorios, macros…

4. Agrupa tareas por energía, no por urgencia
Haz lo más importante cuando tengas claridad.
Y deja las tareas mecánicas para cuando estés en modo zombie.

5. Usa el Principio de Pareto (la regla del 80/20)
El 20% de lo que haces te da el 80% de los resultados. Potencia es 20% que merece la pena y deja en segundo plano el otro 80% que apenas da una ganancia marginal.

6. Deja espacio para no hacer nada (sí, nada)
La mente necesita tiempo muerto para encontrar atajos creativos.
A veces, tu mayor avance ocurre cuando tu mente está descansando (dando un paseo, duchándote, fregando los platos, etc.).

Te pongo un ejemplo mío:

Me gusta cocinar en mi tiempo libre, pero odio tener que cocinar a diario.

¿Solución? Cocinar un solo día para toda la semana.

Los domingos por la tarde dedico menos de dos horas para cocinar todas las comidas y todas las cenas de la semana.

Por un lado, pongo filetes en la sartén. Mientras tanto, corto y lavo las verdudas.

Y al mismo tiempo, ya tengo metido en el horno un montón de pescado que se está haciendo.

En lugar de tener que estar cada día cocinando, agrupo esa gran tarea semanal en un solo día y me la quito de en medio.

Y como bonus: solo tengo que fregar los cacharros de cocina una vez a la semana, no a diario.

Y como esto, tengo un montón más de procesos que optimizo, simplifico, agrupo y automatizo. Todo es ponerse a cuestionar el proceso para encontrar la forma más eficiente de hacerlo: pensar antes de actuar.

Hacer las cosas “a lo bruto” no siempre es señal de fortaleza. A veces, es simplemente mala gestión del tiempo

El perezoso inteligente, no quiere hacer de más. Quiere hacerlo mejor.

Pregúntate siempre: “¿Estoy complicando las cosas demasiado? ¿Podría simplificarlo?“

Si la respuesta es sí… es hora de dejar de esforzarte tanto en lo inútil.

Y empezar a usar esa “pereza” como motor de cambio.

A veces, la solución no es más fuerza. Es más inteligencia.

O como diría Bill Gates… más vagancia bien enfocada.

Nos volvemos a leer el miércoles.

Quintus.