Rompe con ella hoy

Libérate de tu ansiedad

“A menudo sufrimos más en nuestra imaginación, que en la realidad”

Séneca

Vivimos en una sociedad que constantemente quiere que proyectemos nuestra imagen hacia los demás.

Con nuestra apariencia física, nuestra actitud o nuestra reputación, intentamos controlar lo que los demás piensen de nosotros.

Pero esa necesidad de intentar influir en los demás de tal manera, que quieras conseguir que piensen sobre ti como tú quieres que lo hagan, no solo es siniestro, sino que te causa mucha ansiedad.

Conozco a gente que no es capaz de ir a comprar el pan sin arreglarse, porque les da vergüenza lo que los demás piensen de ellos.

¿En serio les importa tanto lo que piense una señora que te cruzas por la calle, o el panadero?

¿De verdad necesitan vestir una determinada ropa, hablar de una manera concreta o comportarse de una forma en particular?

¿Tan frágil tienen el ego que no son capaces de soportar que otra persona no piense de ellos, lo que ellos quieren? ¿Tan débiles son?

La ansiedad social y el efecto foco

El efecto foco es un sesgo cognitivo que nos hace exagerar la atención que creemos que nos prestan los demás, y la importancia que dan a nuestro comportamiento o apariencia.

Es decir, creemos que el mundo entero nos observa con una lupa, cuando en realidad, la mayoría de las personas están demasiado centradas en sí mismas como para fijarse realmente en nosotros.

Esta percepción tan distorsionada es uno de los principales motivos de la ansiedad social, que es esa vocecita interior que te dice que si hablas en público te vas a equivocar y todos se van a reír. 

Es la que te dice que tu forma de vestir, de caminar o de interactuar, es ridícula.

Es ese desgaste mental constante que te hace cuestionarte todo lo que haces y que convierte cualquier situación social en una fuente de sufrimiento.

Pero esa voz miente porque se basa en el efecto foco. Por ejemplo, imagina que sales a la calle con una mancha en la camiseta.

La mayoría de las personas no se van a dar cuenta, y las pocas que lo hagan, se van a olvidar de ti y de tu mancha 2 segundos después.

Sin embargo, tu ansiedad hace que sientas como si caminaras con un cartel luminoso que dice: "¡Tengo la camiseta sucia, miradme todos!".

Además, todas esas personas son absolutas desconocidas, a las que tú y solo tú, estás dando el poder de controlar tu vida.

Piénsalo bien: gente que no merece la pena o directamene gente desconocida, está controlando cómo te vistes, cómo te comportas, cómo hablas, los gustos que debes tener… Me parece absolutamente demencial.

La importancia tan grande que le das al juicio ajeno, te paraliza, te hace evitar situaciones, y en casos graves incluso puedes llegar a pensar que los demás están hablando mal de ti a tus espaldas.

La diversidad de perspectivas

Otra gran verdad que la ansiedad social te oculta, es que no existe una única forma en la que los demás te perciben. 

Si piensas en 10 personas de tu entorno, cada una de ellas tendrá una visión diferente de ti. Algunas te verán como una persona amable, otras como alguien divertido, otras quizás como alguien interesante…

Entonces, ¿cuál es la verdad? Pues… todas y ninguna.

Estoy seguro que tu madre no piensa de ti lo mismo que tu amigo con el que sales a tomar unas cervezas o tu compañero de trabajo con el que a veces coincides en la cafetería.

La percepción es subjetiva y cambia según las inseguridades, expectativas y experiencias de cada persona.

No puedes controlar eso, y tratar de hacerlo solo alimenta más todavía tu ansiedad.

Además, muchas veces nuestras inseguridades ni siquiera son nuestras. Son creencias que otros nos impusieron: padres, profesores, amigos, etc.

Las aceptamos como verdades y las tratamos como si fueran parte de nuestra identidad, y no lo son. 

Tú no eres tu ansiedad, tú eres quien la experimenta, pero esas sensaciones negativas no te definen.

No debes identificarte con cada pensamiento intrusivo ni con cada emoción que te invade en un momento de flaqueza. 

Tu ansiedad como una señal de alerta que está mal configurada: está intentando protegerte, pero se equivoca al identificar la amenaza.

Y muchas veces, mps hace confundir otras cosas nomrales con ansiedad social.

El agotamiento social, por ejemplo, es muy habitual. De hecho, yo lo experimento a menudo.

Me gusta mucho salir con mis amigos, pero también me gusta estar solo. De hecho, me considero introvertido (que no tiene nada que ver con ser tímido o inseguro, nada más lejos… ya haré un mail sobre los introvertidos próximamente).

No significa que tenga un problema, solo que mi dinámica social es diferente, nada más.

Reconocer este tipo de cosas, te ayuda a no confundir aspectos normales de tu personalidad con ansiedad.

La anticipación es peor que la acción

La mayor parte del sufrimiento que genera la ansiedad social no ocurre en la situación social en sí, sino antes, como bien dice Séneca en la primera frase del mail. 

Anticipar una conversación, imaginar los silencios incómodos, prever las críticas o burlas... Todo eso desgasta y te acaba quemando si no lo corriges.

¿Cuál es el remedio? Actuar.

Cuando finalmente actúas, aquello que te horrorizaba en tus pensamientos, suele ser mucho menos grave en la vida real, o incluso no tiene gravedad ninguna.

Recuerda todas las veces que has tenido que hacer frente a situaciones sociales que considerabas incómodas y finalmente has salido adelante.

Has sobrevivido cientos de conversaciones, de momentos difíciles, de situaciones que no pintaban bien... ¿Por qué no vas a poder con ello una vez más?

Lo que para ti es gigante, para los demás es invisible

Haz este experimento: piensa en alguien de tu pasado, por ejemplo, un compañero de clase de hace unos años a quien no llegaste a conocer mucho.

Con esa persona en mente: trata de recordar un momento vergonzoso que él tuviera.

Probablemente no puedas recordar nada. Y eso demuestra una gran verdad: lo que para ti supone un escándalo monumental del que nunca te vas a poder recuperar, para los demás pasa completamente desapercibido. 

Sentir vergüenza es humano, no me malinterpretes, todos lo experimentamos. Es una sensación inevitable que nace de lo más profundo de nuestro ser. Pero vivir dominado por ella es una condena.

La vergüenza dura un momento, pero el arrepentimiento dura toda la vida.

Si dejas que la ansiedad social te impida vivir experiencias, si dejas que te corte las alas y no te permita ser libre, estás consintiendo que una mentira decida por ti.

Los estoicos dicen que uno de los mayores actos de libertad que podemos experimentar es aceptar aquello que no podemos controlar, en este caso la opinión ajena.

Cuando intentas controlar lo que los demás piensen de ti, estás dejando que esas personas controlen tu vida. Les estás dando un poder que solo deberías tener tú.

Deja ir aquello que no puedes controlar y sé libre.

Para finalizar me gustaría pedirte un favor: que hagas click en el anuncio de abajo. Simplemente con eso ya estás ayudando a que Academia Quintus siga creciendo.

Así podré seguir aportando información valiosa para que tú y más gente podáis lograr vuestro máximo potencial.

Un abrazo y hasta el miércoles,

Quintus

Seeking impartial news? Meet 1440.

Every day, 3.5 million readers turn to 1440 for their factual news. We sift through 100+ sources to bring you a complete summary of politics, global events, business, and culture, all in a brief 5-minute email. Enjoy an impartial news experience.