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Navidad ya está aquí y estamos a punto de empezar.

  • Las comidas.

  • Las reuniones.

  • Las largas sobremesas.

  • Las conversaciones.

  • Los brindis.

  • Las risas…

  • … y los silencios.

Hoy es 20 de diciembre, y oficialmente entramos en esa época del año que se supone que es alegre, luminosa y especial.

Y ciertamente lo es. En gran parte.

Pero también sería poco honesto fingir que no trae otras cosas consigo.

Porque la Navidad no solo junta, también remueve.

Hay reencuentros que reconfortan

Volver a ver a personas con las que sí quieres estar.
Conversaciones que te devuelven calma y te ponen al día con tus seres queridos.
Momentos sencillos que te recuerdan que hay vínculos que merecen la pena.

Eso existe y es bonito. De hecho, es lo más bonito de todas estas comidas y reuniones que estamos a punto de empezar.

Pero también existe la otra cara, la que no siempre se asocia con estas fechas.

1. La silla vacía

En muchas mesas, estos días hay una ausencia que pesa más que cualquier conversación.

Un padre.
Una madre.
Un abuelo.
Una abuela.
Un amigo.
Alguien que debería estar… pero ya no está.

Y no hace falta decirlo, se nota.

En una mirada que se escapa.
En un comentario que se corta a mitad.
En un recuerdo que aparece sin avisar y provoca una lágrima furtiva, o dos.

Puedes estar rodeado de gente y, aun así, sentir un nudo en el estómago.

Y eso no significa que seas ingrato, ni débil, ni que no estés disfrutando “como deberías”.

Significa que echas de menos a alguien que fue importante.

Y eso, lejos de ser un problema, es una señal de amor.

No hay una forma correcta de atravesar ese dolor.

No hay frases mágicas.
No hay atajos.
No hay “tienes que ser fuerte”.

En realidad solo consiste en permitir que esté ahí. Dejar que pase, sin más.
Sin luchar contra él.
Sin dramatizarlo.
Sin esconderlo.

Aceptar que puedes sentir tristeza… y aun así sentarte a la mesa.
Aceptar que puedes sonreír… y aun así tener un hueco por dentro.

Las dos cosas pueden convivir.

En una app de meditación que suelo usar, en una meditación guiada que hice, el narrador usó una metáfora que me encantó, y que siempre tengo presente.

Dijo que hay ciertos pensamientos son como caballos salvajes. Que no puedes pretender encerrarlos dentro de un campo vallado, porque siempre se acaban escapando, causando daños además.

Por tanto, lo que tienes que hacer con esos pensamientos, es dejar que pasen. Que la manada de caballos salvajes pase, sin intentar frenarlos, reprimirlos o atraparlos.

2. El “Grinch” de turno

Y luego está el otro clásico navideño.

Esa persona que, año tras año, consigue tensar el ambiente.

El comentario cínico.
La ironía fuera de lugar.
Tensar la cuerda constantemente.
La crítica disfrazada de “es broma”.
El ambiente raro que aparece de repente.

Todos sabemos de quién hablamos, porque en todas las familias y grupos de amigos, hay como mínimo una persona así.

Y aquí viene algo importante: no es tu trabajo arreglar a esa persona.

No estás ahí para educarla.
Ni para hacerle ver nada.
Ni para entrar en batallas inútiles.

Porque muchas veces, entrar al juego del “Grinch” es justo lo que alimenta su actitud. Este tipo de personas tienen una forma de ser agria, irónica y negativa, y se alimentan de las reacciones de los demás ante sus comentarios.

La clave aquí no está en responder mejor, está en proteger tu calma.

Eso puede significar:

  • No contestar a ciertos comentarios. Así dejas de alimentarlo.

  • Cambiar de tema con naturalidad.

  • No justificarte.

  • No tomarte como algo personal lo que dice alguien que habla desde su propio malestar.

No puedes controlar lo que ocurre en la mesa.
Pero sí puedes controlar hasta dónde te implicas.

Y eso ya es mucho.

Algunas ideas para atravesar estos días con más calma

No son normas, ni son recetas.
Solo son una especie de recordatorios.

1. No te exijas sentir algo concreto
No tienes que estar feliz todo el tiempo.
Ni agradecido todo el rato.
Ni “a la altura” de lo que se espera.

Siente lo que toque sentir.
Sin juzgarlo.

2. Recuerda que estas reuniones son temporales
A veces ayuda mucho saber que no es eterno.
Que es un paréntesis.
Que pasará.

Respira.
Esto también termina.

3. Elige dónde pones tu atención
No todo comentario necesita respuesta.
No toda provocación requiere reacción.

Guardar silencio es una forma muy elegante de cuidarte.

4. Apóyate en quien sí te suma
Siempre hay alguien con quien puedes cruzar una mirada cómplice.
Alguien que entiende.
Alguien que te ancla.

Busca esos pequeños refugios.

Y una idea importante para cerrar

La Navidad no es una prueba que tengas que superar.
No es un examen emocional.
No es una obligación de sentirte de una forma concreta.

Es simplemente una época del año que pone muchas cosas sobre la mesa.

La mayoría buenas.
Otras difíciles.

Y está bien así, no pasa nada.

Si estos días echas de menos a alguien, eso habla de amor.
Si te incomoda alguien, eso no te hace peor persona.

Atraviésalo a tu manera.
Con respeto hacia ti.
Con calma.
Con límites internos.

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