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Nada podrá pararte, ni si quiera tener los huesos rotos
A problemas, soluciones
“Si realmente quieres hacer algo encontrarás una manera. Si no, encontrarás una excusa.”
Nacer con una enfermedad rara es un problema enorme. Nacer con una enfermedad rara que te incapacite totalmente porque provoca que tus huesos se rompan con una facilidad asombrosa, es una maldición.
Mucha gente, la mayoría, se rendiría y tendría una vida miserable. Y me parece lógico, no me quiero ni imaginar cómo debe ser pasar un solo minuto en la piel de Quentin Kenihan.
Él tuvo la fortaleza de decir “A la mi*rda, voy a vivir mi vida como mejor pueda. Ya que estoy en este mundo, voy a disfrutar.”
Y ya te digo yo que disfrutó de la vida… llegó incluso a ser un personaje de la película Mad Max: Fury Road.
En el mail de hoy hablaré de:
Sueños, obstáculos y excusas.
Quentin Kenihan: débil por fuera, extremadamente fuerte por dentro.
¿Pones soluciones a los problemas o pones problemas a las soluciones?
Ikea me gusta mucho. Sé que hay mucha gente que la critica porque sus muebles no son de calidad y sobre todo porque tú eres el que tienes que montarlos.
Pero a mi me gusta. De hecho, casi toda mi casa está llena de sus productos y muebles: desde roperos a vajillas, hasta su café y su mermelada de frambuesa y arándanos (de las mejores del mundo y nadie podrá convencerme de lo contrario).
Bueno, pues el domingo pasado estaba ordenando mi estantería Kallax (efectivamente, de Ikea) y me encontré con algo que me hizo detenerme un momento.
Al mover un libro de sitio, un papel se cayó de su interior. Al agacharme para recogerlo me di cuenta de que era una antigua factura de un hostal, muy desgastada, pero que aún se podía leer.
Era la factura del hostal donde hace años me hospedé, cuando vine a vivir a Madrid.
Yo soy de una pequeña ciudad donde el trabajo escasea y como muchas personas, tras terminar mis estudios en la universidad, me vi obligado a buscar trabajo en una gran ciudad. Yo me decidí por Madrid
En aquel momento solo tenía el dinero justo para alojarme poco menos de dos semanas en un hostal de mala muerte la Calle de la Palma, en Madrid.
Me mudé sin ni siquiera tener una oferta de trabajo, pero con la intención clara de encontrarlo.
Me arriesgué mucho y podría haber salido mal, pero afortunadamente, hice entrevistas para varios trabajos y hasta tuve el privilegio de ser yo el que rechazase a las empresas que no me gustaban.
Unos días después, ya tenía trabajo en una empresa financiera bastante grande.
Pero la alegría duró poco, porque el siguiente obstáculo apareció en seguida: encontrar un piso para vivir.
Los precios de alquiler de Madrid son una locura (y de los precios de compra prefiero ni hablar…), así que tuve que ponerme a buscar piso todos los días tras el trabajo, dedicando incontables horas a mirar en idealista (la web más famosa en España para buscar pisos).
Finalmente encontré uno que encaja con mi presupuesto, peeeeeeeero… apareció el siguiente problema: el piso era extremadamente pequeño y no tenía luz natural (se trataba de un bajo interior).
Acepté quedarme con ese piso pero me propuse encontrar otro mejor en uno o dos años.
Y lo logré, pude encontrar otro piso decente 14 meses después (donde vivo ahora), porque me subieron el sueldo en mi empresa gracias al gran desempeño que tuve trabajando.
Sabía que para obtener recompensas mayores debía esforzarme al máximo, y esa fue mi mentalidad (y lo sigue siendo).
Mira, este de aquí abajo eres tú. También soy yo. Somos todos nosotros, y como él, también tenemos sueños, y obstáculos que se interponen.

Como acabo de decir, todos, absolutamente todos nosotros, tenemos obstáculos que se interponen entre nosotros y nuestros sueños.
Pero esos obstáculos no son excusas.
Las excusas son los obstáculos que no enfrentas.

Y esas excusas, con el tiempo, le quitan el sitio a tus sueños. Y todo lo que queda al final sois tú y tus excusas.

El ejemplo de Quentin Kenihan
Quentin nació con una enfermedad rara llamada osteogénesis imperfecta, o "huesos de cristal". Al nacer, los médicos dijeron que no viviría ni un día.
Sin embargo, no solo sobrevivió, sino que se convirtió en autor de best-sellers, tuvo su propio programa de televisión, se convirtió en un defensor de los derechos de las personas discapacitadas y hasta actuó en una superproducción de Hollywood ganadora de 6 Oscars: Mad Max: Fury Road.

¿Te imaginas el número de excusas que podría haber puesto Quentin?
“Tengo una discapacidad física brutal.”
“Todo es una mi*rda, la vida es super injusta conmigo.“
“Nadie va a darme una oportunidad.“
Pero Quentin decidió que, si iba a vivir, lo haría al máximo.
En sus propias palabras: "Cuando llegas al hospital, tienes dos opciones: o sigues adelante, o te rindes. Y yo elegí seguir adelante."
Desgraciadamente su cuerpo no pudo más y nos dejó en 2018, con 43 años.
La actitud lo cambia todo.
Lo que más impacta de la historia de Quentin no son sus logros, que ya de por sí son impresionantes.
Lo que realmente inspira es su actitud. Incluso sufriendo con un cuerpo que rompía sus huesos al menor movimiento, Quentin se negó a ver su situación como una excusa.
En lugar de enfocarse en lo que no podía hacer, eligió centrarse en lo que sí podía.
Y esa es la verdadera lección: los sueños no se frustran por la falta de recursos, ni siquiera por la gravedad de las circunstancias.
Se frustran cuando permitimos que nuestros obstáculos se conviertan en excusas.
Todos tenemos obstáculos. Algunos son pequeños y otros son enormes.
Pero ninguno tiene el poder de detenerte, a menos que tú le entregues ese poder.
El pensamiento que no te puedes permitir tener es: “Esto es demasiado difícil.”
El pensamiento que debes tener es: “No voy a dejar que esto destruya mis sueños.”
No lo olvides: cada excusa que dejas entrar en tu vida, es un sueño que dejas ir.
Como demuestran Quentin Kenihan y todas las personas que pelean por sus metas, los sueños están al otro lado de los obstáculos.
No hay garantías de éxito, pero sí hay algo seguro: si dejas que las excusas ganen, ya has perdido.
Nos volvemos a leer el miércoles.
Quintus.