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Este mail es incómodo
Pero los incómodos son los mails buenos

Hay algo que hacemos todos, yo incluido, casi sin darnos cuenta:
Confundir lo que queremos… con lo que realmente es.
Y claro, mientras crees que estás analizando tu vida como un adulto racional, en realidad te estás montando una película a tu medida para no enfrentarte a la verdad.
Y esa película, por cierto, no tiene final feliz.
A ver si te suena esto:
Tú tienes un deseo.
Algo que te gustaría que pasara.
Algo que te haría sentir validado, cómodo, importante.
Y como la realidad no se ajusta a eso, empiezas a forzarla.
A reinterpretarla.
A maquillarla.
Todo para poder seguir creyendo lo que ya querías creer.
Ejemplos
🎯 Tienes un proyecto, pero no vendes.
Y en vez de aceptar tu error, dices: “La gente no lo entiende todavía. El mercado no está preparado.”
¿Seguro?
O quizá no es bueno.
O no lo estás comunicando bien.
O simplemente nadie lo necesita.
🎯 Llevas meses entrenando, pero tu físico no cambia.
Y tú te dices: “Es que mi metabolismo es raro.”
¿No será algo de lo siguiente?
Puede que tu alimentación sea un desastre y no lo quieres aceptar
Quizá no entrenas con la intensidad necesario.
Es posible que no descanses lo suficiente porque te quedas hasta tarde viendo series.
🎯 Sientes que nadie te valora.
Y lo explicas así: “La gente es egoísta. Yo doy mucho y no recibo nada.”
¿Y si el problema es que no sabes poner límites?
¿O que solamente das esperando que te devuelvan algo?
Aceptar la realidad como es, sin filtro… incomoda mucho.
Porque destruye tus excusas.
Porque te obliga a asumir responsabilidad.
Porque te deja sin el consuelo de “soy una víctima”.
Pero también es el primer paso hacia una vida real y hacia el crecimiento.
Porque mientras sigas viendo lo que quieres ver…
… no vas a cambiar nada.
Y eso es lo más peligroso.
No es que estés mal.
Es que estás estancado creyendo que vas bien y pensando que los que están equivocados son el resto de personas del mundo.
Y como no detectas el fallo, no corriges.
Y como no corriges, repites.
Y como repites, te frustras.
Pero no cambias.
Tengo un familiar que cumple con todo esto:
Es el típico que tiene muchos “problemas” (que en realidad son tonterías enormes y la mayoría creadas por él), pero que no hace nada por resolverlas.
Cree que como “las cosas no deberían ser así”, en vez de afrontar su situación y arreglarla, prefiere quejarse y esperar a que mágicamente se solucionen todos sus problemas.
Tus deseos no son el problema.
Tu apego a ellos sí.
Desear está bien.
Tener expectativas, motivación, ilusiones… todo eso es humano.
El problema aparece cuando confundes ese deseo con un derecho.
Cuando crees que por desear algo, la realidad tiene que responder.
Pero eso no funciona así, la vida no te va a dar nada por la cara.
Este problema es tan antiguo como el ser humano
El estoicismo dice: “No podemos controlar los eventos, solo nuestras interpretaciones.”
El budismo dice: “El sufrimiento nace del apego.”
Ambos sostienen lo mismo:
La clave no está en que las cosas sean como tú quieres.
La clave está en que tú sepas ver las cosas como son.
Desde ahí… puedes cambiarlas.
Pero si no aceptas primero la realidad, estás luchando contra fantasmas.
¿Y cómo dejas de vivir en la película que te has montado?
Con algo muy sencillo (pero poco frecuente):
Ser honesto con uno mismo.
Cuando yo caigo en el error de confundir deseos con realidad, suelo hacer lo siguiente:
✅ Paso 1: Pregúntate qué te está doliendo ahora mismo
Donde hay dolor, suele haber una expectativa rota.
Un deseo no cumplido.
Un choque con la realidad que no aceptas.
Escríbelo:
¿Qué esperabas que pasara?
¿Qué está pasando realmente?
La diferencia entre ambas respuestas… es tu punto ciego.
✅ Paso 2: Acepta que la realidad no se adapta a ti
La realidad es como una roca: no se mueve porque tú la mires distinto.
Aceptar no es rendirse.
Es dejar de negar lo evidente.
Es decirte:
“Vale, no estoy tan en forma como creía.”
“Vale, mi producto no conecta como pensaba.”
“Vale, mi forma de relacionarme tiene carencias.”
Desde ahí, puedes actuar.
Mientras sigas negándolo, solo te estás entreteniendo.
✅ Paso 3: Cambia el deseo por acción
Deja de pedirle a la vida que te dé algo.
Y empieza a trabajar para crearlo.
¿No estás consiguiendo resultados? Aprende y corrige.
¿Sientes que nadie te valora? Revisa cómo te presentas tú.
¿Tu entorno no cambia? Cambia tú, y verás lo que pasa.
Menos “debería”.
Más “voy a”.
Última reflexión
No hay peor enemigo de la mejora personal que el autoengaño.
Porque mientras te creas tu propia historia… no vas a ver lo que necesitas ver.
Y eso te roba tiempo.
Te roba energía.
Te roba tu propia evolución.
Así que hoy, solo por hoy, haz el ejercicio:
🔍 Mira una parte de tu vida con honestidad brutal.
🎯 Detecta qué estás deseando… y qué es lo que realmente está ocurriendo.
🛠️ Y actúa desde ahí.
No desde la fantasía.
No desde el “yo pensaba”.
No desde el “pero es que debería ser debería ser así”.
Trabaja desde lo que es, no desde lo que tu querrías que fuera
Porque solo cuando ves la realidad con claridad… puedes cambiarla.

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